Artículo de don Hermógenes Pérez de Arce, de 30-11-11



¡¡¡ Auxilio !!!

"Yo entonces, ante mis hijos, saco una fotocopia de un certificado de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de RR. EE., donde dice que don Ricardo A. Troncoso Muñoz está asilado en México. Pues bien, el ministro sumariante Joaquín Billard condenó a diez años de presidio a Miguel Krassnoff por secuestro y desaparición de ese señor que está asilado en México"



De paso ayer en Santiago, me di cuenta de la gravedad de la situación. Un hijo me dice: "Usted es el único que defiende a Krassnoff". En el diario salió una carta del profesor Gonzalo Bustamante, de la Universidad Adolfo Ibáñez, afirmando que se debía castigar penalmente a "quienes nieguen, justifiquen o minimicen", como reza una moción de ley que hay en la Cámara, las "violaciones a los derechos humanos". Bustamante le replica a la ex ministra de la Corte de Apelaciones, Raquel Camposano, la cual había escrito que le parecía ilegal, inconstitucional y antidemocrático sancionar opiniones sobre hechos pasados.

Obviamente, a estas alturas, las violaciones a los derechos humanos sólo las cometieron los militares. Pues desde hace ya mucho tiempo los crímenes de los terroristas dejaron de ser tales violaciones. En rigor, los crímenes de éstos, y ellos mismos, "se esfumaron". Por algo todos fueron acogidos a la Ley de Amnistía. Y los que no pudieron acogerse, por haber matado después de 1978, fueron indultados. Todos, más de novecientos terroristas libres. Es que no fueron violadores de los derechos humanos.

Otro hijo me dice, con tono incriminatorio: "Gómez-Pablos dijo en radio 'El Conquistador' que era un escándalo homenajear a un condenado a más de cien años de cárcel por crímenes contra los derechos humanos". Y me informa que hasta Pablo Zalaquett, alcalde de la UDI, ha condenado el homenaje en el Club Providencia. "¡También se nos fue para el otro lado!", le comento. "Pero si no hay otro lado", me replica. "Todos, todos dicen que no se puede homenajear a un condenado a más de cien años por violaciones a los derechos humanos".

Y el diputado Hugo Gutiérrez presenta querella contra los carabineros que impidieron que la horda marxista nos linchara en el Club Providencia. Es el mundo al revés.

Yo entonces, ante mis hijos, saco una fotocopia de un certificado de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de RR. EE., donde dice que don Ricardo A. Troncoso Muñoz está asilado en México. Pues bien, el ministro sumariante Joaquín Billard condenó a diez años de presidio a Miguel Krassnoff por secuestro y desaparición de ese señor que está asilado en México.

El abogado de Krassnoff hizo valer el antecedente, pero legiones de testigos de izquierda acudieron a declarar que no, que él secuestró al integrante del MIR, porque eso era, Ricardo Troncoso Muñoz. Condenado Krassnoff por Billard, apeló ante la Corte. ¿Analizó ésta el caso, se planteó que un certificado de la Secretaría de Derechos Humanos establecía una "duda razonable" de que Krassnoff hubiera secuestrado y hecho desaparecer a Troncoso? ¡Nada! ¿En qué país vive usted? Un escueto: "Confírmase la resolución de fojas xx", y punto. ¡Qué tanto estudio, si Krassnoff es culpable por unanimidad, todos lo dicen! Y se le agregan diez años más, hasta pasar de cien.

El primer paso fue "esfumar" a los terroristas, para que los militares aparecieron "atropellando los derechos humanos de personas inocentes". El segundo, declarar que sólo cometen "violaciones a los derechos humanos" los uniformados, puesto que ya no hay terroristas y, en todo caso, lo que éstos hacen no constituye tal violación. El tercero, desconocerles a aquéllos la amnistía, la prescripción, la cosa juzgada y la presunción de inocencia. Los militares deben probar su inocencia, ésta no se les presume, como en los Estados de Derecho. Y el cuarto paso es rechazar toda prueba de inocencia: se condena "sí o sí". Y así se acumulan más de cien años. Y después se repite la frase mil veces, "condenado a más de cien años por violaciones a los derechos humanos". La mentira mil veces repetida pasa a ser verdad. O sea, el Chile actual. 

"Todos contra Krassnoff", es el lema. El otro día leí en "El Mostrador" una columna de una integrante del Consejo Nacional de Televisión, Marcia Scantlebury. La titulaba contra Krassnoff. La leí entera y en ella relataba sus 23 días detenida y los malos tratos recibidos, poco después del 11 de septiembre de 1973. ¿Y Krassnoff? Una sola mención: dice que "oyó sus gritos". ¿Cómo podía identificar "los gritos" de alguien a quien jamás había conocido? Es que es el momento de "todos contra Krassnoff". Todo vale. Él cometió el delito de "gritar"... si es que era él.

Y ya queda poco para poder siquiera decir estas cosas. La moción de ley que llevará a la cárcel a los que "nieguen, justifiquen o minimicen" las violaciones a los derechos humanos, defendida por el profesor Bustamante, de la Universidad Adolfo Ibáñez, me va a llevar a la cárcel si es que vuelvo a exhibir o esgrimir el certificado de que el mirista Ricardo Troncoso Muñoz, asilado en México, según certificado de la Secretaría de Derechos Humanos, no fue secuestrado ni hecho desaparecer por Miguel Krassnoff, que cumple diez años de presidio por eso. Pues "negar" ese secuestro será delito. Lo mismo probar que Krassnoff no estaba en el país o que no hay evidencias en su contra, como sucede en los demás casos de condenas que suman "más de cien años" y que han establecido ya una "verdad oficial", de la cual nadie puede apartarse. Ni siquiera el alcalde Zalaquett.

Se habrá completado el círculo: no hay presunción de inocencia, ni siquiera se admite probar la inocencia; y al que presente alguna prueba, se le mete preso. El país orwelliano perfecto. Estamos muy cerca.