¿Por Qué la Izquierda No Es Feliz?
"Mañana se presentará la cuarta edición de la biografía de un preso político, que es tal porque está privado de libertad contrariando numerosas leyes y también la verdad de los hechos".
El país funciona según lo que dice la izquierda, pero ésta no es feliz. Ella es violenta, amenaza, subvierte, destroza, usurpa e incendia. Nadie feliz hace todas esas cosas. Todavía más, como pese a todas ellas nadie le hace nada, mayor razón para tranquilizarse y ser feliz. Pero no lo es.
Quiere un Estado más grande, y se lo dan: más ministerios, más subsecretarías y superintendencias, más SERNAC, más gasto público. Pero sigue violenta e infeliz.
Desató la lucha armada para tomarse el poder, formó grupos terroristas, cometió crímenes y atentados, y se los perdonaron todos. Y no quedó contenta. Castigan a quienes defendieron al país de todo aquello, y tampoco eso la contenta. Más encima, le pagan enormes cantidades de plata cada año, les dan estudios gratis a los familiares jóvenes de la guerrilla armada, como también salud gratis para los parientes (programa PRAIS), pensiones a los que dicen haber sido echados del trabajo o declaran haber sido maltratados, millonarias indemnizaciones por los guerrilleros muertos. Y, sobre todo, se les brinda el placer más grande de todos: la venganza. Los que les vedaron tomarse el poder por las armas están todos presos y ellos, en cambio, perdonados y con plata encima. Pero los izquierdistas siguen descontentos.
De los 905 indultos concedidos a quienes se vieron envueltos en la lucha armada, 904 fueron para guerrilleros o terroristas de izquierda y uno, apenas uno, para un ex uniformado. Ricardo Lagos indultó al suboficial Manuel Contreras Donayre, seguramente para burlarse de Manuel Contreras Sepúlveda, y nadie dijo nada... nadie dijo nada. Estas cifras las ha publicado el abogado especialista en derechos humanos Marcelo Elissalde Martel, que investiga infatigablemente esas cosas.
Lo de la amnistía debería hacer inmensamente feliz a la izquierda. Se acogieron a ella todos los terroristas a quienes beneficiaba, y después se la han denegado a la gran mayoría de los uniformados que la han invocado. El Presidente Aylwin, para complacer a la izquierda, hasta trasgredió la Constitución, pues siendo jefe del Estado se abocó causas pendientes, lo que le estaba vedado, y conminó a la Corte Suprema a ordenar a todos los tribunales no aplicar la amnistía sino a hasta la sentencia de término. Estos no sólo le obedecieron, sino que empezaron a dejar de aplicarla del todo, tratándose de uniformados. Gran éxito de la izquierda. Pero se sintió todavía más infeliz.
La izquierda, hace poco, empezó a decir que había que subir los impuestos a las empresas, porque nadie de la izquierda tiene empresas, sobre todo si el Estado les paga aunque no trabajen, y ahora hasta connotados empresarios dicen que sí, que hay que subirlos. ¿No es éste un triunfo ideológico, económico, político y social como para celebrar? Pero la izquierda no está feliz.
En el colmo de la depresión ahora ha presentado una moción para que nadie pueda exhibir públicamente la imagen ni ninguna otra exteriorización de su enemigo histórico número uno, Augusto Pinochet, ni la de ningún miembro de la Junta Militar. Porque si ya la izquierda es infeliz, la hacer serlo todavía mucho más el hecho de que en alguna parte aparezca Pinochet. No le basta con que el Ministro del Interior de un gobierno sedicente de centroderecha reciba (y se retrate) en un salón con dos óleos gigantes de Salvador Allende.
Y ahora se está preparando un proyecto de ley para penalizar a cualquier persona que "minimice los atropellos a los derechos humanos", concepto suyo que, por supuesto, excluye las muertes y secuestros perpetrados por ella misma y sólo se refiere a cualquier daño inferido a sus autores por haber emprendido la lucha armada.
Mañana se presentará la cuarta edición de la biografía de un preso político, que es tal porque está privado de libertad contrariando numerosas leyes y también la verdad de los hechos. La izquierda ha llamado a escándalo porque se homenajee a, dice, el autor de más de sesenta crímenes, de acuerdo al número de procesos que se le ha iniciado. Pero olvida que son sus propios jueces los que inculpan sin pruebas, sólo basados en "presunciones", como si hubiera sido parte e la "cúpula de la DINA", a un teniente que en 1974 y 1975 sirvió en ella habiendo entre él y "la cúpula" alrededor de trescientos oficiales de mayor rango. ¿Por qué no es feliz la izquierda si un juez suyo puede alterar la verdad, contradecir las leyes o dejarlas sin aplicación y lograr que la opinión pública "compre" todo ese balurdo de mentiras?
Y más encima la izquierda sólo tiene que esperar, según todas las encuestas, un par de años para volver de lleno al Poder Ejecutivo, que si bien teóricamente ha salido de sus manos, en los hechos ha sido administrado casi igual como lo hacía ella hasta 2012.