Artículo de don Hermógenes Pérez de Arce, de 14-12-11


Descubriendo al Sargento Pereira



"En la misma biografía de Krassnoff que permitió "descubrir" el caso del sargento Pereira hay un listado de pruebas de la inocencia del brigadier (r) en los juicios que le han acarreado condenas a 144 años de presidio. En un país menos miserable alguien se habría preocupado de verificar si esas pruebas de inocencia son verdaderas. Una Corte Suprema a la cual se le hace saber que en la misma fecha en que un juez sostiene que Krassnoff detuvo a un mirista que luego murió o desapareció, aquél se encontraba en España, junto al general Pinochet, en el funeral de Franco, buscaría corroborarlo. Eso es fácil de comprobar"



Para el improbable caso de que ustedes quieran saber mi opinión sobre el país, yo les puedo decir que encuentro a la mayoría de los chilenos bastante miserable. He reafirmado ese juicio en estos días, a raíz del "hallazgo" de lo que le sucedió al sargento segundo de Carabineros Tulio Pereira Pereira el 24 de febrero de 1976. 

¿Qué le sucedió? Que lo mataron. ¿Quiénes? Si hemos de atender a la fuente de información más respetada por la mayoría de los chilenos, para estos efectos, el "Informe Rettig", lo mató un ente indeterminado, al cual dicho Informe llama "la violencia política". Si la víctima hubiera sido un terrorista y el hechor un uniformado, la Comisión Rettig habría dicho con toda precisión que "fue asesinado por agentes del Estado", es decir, habría inculpado al Gobierno Militar. Ésa era la tarea de la Comisión Rettig. Patricio Aylwin la convocó para crucificar a los militares, con la misma determinación con que 17 años antes convocó a los militares para deponer a Allende.

Como parte de la historia del Chile reciente "se ha esfumado" (los terroristas fueron las "víctimas", y quienes les impidieron matar y tomarse el poder fueron "violadotres de los derechos humanos") el resultado es que los primeros o sus familias reciben anualmente centenares de millones de dólares como reparación y los segundos están presos.

Cuando en un blog anterior mencioné la muerte del sargento Pereira, todos se sorprendieron. Su caso lo habían olvidado hasta los partidarios del Gobierno Militar que todavía quedan. (Pronto puede constituir delito serlo; hay un proyecto en trámite, defendido por el profesor Gonzalo Bustamante, de la Universidad Adolfo Ibáñez, para ese efecto).

¿Cómo supe yo del sargento Pereira? Porque leí la biografía del brigadier (r) Miguel Krassnoff. Éste descubrió, en febrero de 1976, una guarida del MIR en La Florida. Cuando fue rodeada, desde ella se desató una balacera. Caminando por la calle aledaña a la guarida apareció una menor de cinco años. Krassnoff le indicó al sargento Pereira que la retirara del lugar, ante el peligro que corría. Pereira la tomó en brazos para ponerla a salvo, pero salió una mano de un mirista empuñando un revólver y le disparó al sargento a través del cuerpo de la niñita, muriendo ambos en el acto. 

Un crimen atroz, que la casi totalidad de los chilenos ha olvidado por completo. Ahora algunos miles se han enterado, porque han comprado la biografía de Krassnoff. En realidad, se ha agotado la cuarta edición de la misma, tanto que una quinta se está imprimiendo y llegará a librerías en unos días más. 

Un diario digital que defiende a los presos políticos uniformados de la aciaga suerte a que los ha condenado la mayoría de jueces de izquierda, que prevarica sin contrapeso en nuestro medio, comprobó la veracidad del caso del sargento Pereira, confesando no haber sabido nada de él antes. 

Pero el sargento dejó viuda e hijos, que no soñarían con recibir ni siquiera la décima parte de las compensaciones económicas, educación gratuita, atención de salud sin pago y bonos de diez millones de pesos que han recibido los familiares de terroristas caídos. Incluso este bono lo recibió la señora Bachelet por su padre muerto de un ataque cardíaco, tras un juego de básquetbol que no era aconsejable para su estado de salud, cuando estaba preso.

La mayoría chilena encuentra que este estado de cosas está muy bien. ¿Y de la niñita asesinada por el mirista? Nadie sabe nada. Ojalá su familia haya obtenido alguna reparación, pero sospecho que no ha sido así. Porque ella murió en circunstancias políticamente incorrectas. ¿Cómo reconocer que la asesinó el MIR, si éste es hoy una organización de "víctimas"? La guerrilla terrorista "se esfumó". La Contraloría ha definido al MIR como "una empresa". Sus militantes ocupan altos cargos en este gobierno "de centro derecha" (risas en la sala). ¿Ustedes no lo creen? Pregunten a qué partido pertenece, por ejemplo, el Director del Instituto Médico-Legal, funcionario de la confianza del Presidente Piñera. Yo les voy a decir, porque lo oí de sus labios en una entrevista de CNN: pertenece al "partido" MIR. El ministro Allamand echa sin miramientos a asesores uniformados (r) que hubieren tenido algo que ver con la CNI o la DINA, y hasta a alguno que no tuvo nada que ver, pero es yerno del ex director de la DINA. Pero un mirista puede ser jefe de servicio y gozar de toda la confianza presidencial.

¿Van entendiendo ustedes por qué opino que la mayoría en Chile es miserable? 

En la misma biografía de Krassnoff que permitió "descubrir" el caso del sargento Pereira hay un listado de pruebas de la inocencia del brigadier (r) en los juicios que le han acarreado condenas a 144 años de presidio. En un país menos miserable alguien se habría preocupado de verificar si esas pruebas de inocencia son verdaderas. Una Corte Suprema a la cual se le hace saber que en la misma fecha en que un juez sostiene que Krassnoff detuvo a un mirista que luego murió o desapareció, aquél se encontraba en España, junto al general Pinochet, en el funeral de Franco, buscaría corroborarlo. Eso es fácil de comprobar. Sobre todo que debería ser terrible (para un tribunal con real vocación de justicia) condenar a diez o quince años de presidio a un hombre por un crimen que no cometió. Pero eso sólo puede ser terrible en un medio en que la mayoría sea ética, moral, y capaz de luchar por la justicia. No en un medio como éste, en que nadie se ha preocupado de verificar nada. La Corte Suprema no ha decretado una sola "medida para mejor resolver" en casos como el citado. Eso habría sido muy, pero muy "políticamente incorrecto".

De modo que ha sido incómodo para la mayoría que se haya "redescubierto" el caso del sargento Pereira. Y más incómodo aún sería que se averiguara sobre la niñita. Pero la mayoría de los chilenos puede estar tranquila. Nadie va a provocarle tamaña incomodidad.