PRIMERA ÉPOCA DE LA VIDA DE
MIGUEL KRASSNOFF
Los últimos descendientes de la familia que registra la historia rusa, pertenecientes a esta rama de los Krasnov, son el Atamán de los Cosacos del Don, Teniente General Pedro Nicolás Krasnov y su descendiente, el Mayor General Simón Nicolás Krasnov. Ellos son, respectivamente, el abuelo y el padre, del noble Cosaco don Mikhail Semyonovich Krasnov Martchenko.
El Gran Atamán Pedro Nicolás nació en San Petersburgo el año 1869. Siguiendo la tradición familiar, ingresó a la carrera militar, siendo alumno, en la segunda mitad de la década de 1880, del Alexandrovski Kadetski Korpus (Escuela Militar de Alexandrov) y de la Pavloskoye Voyenmoye Uchilische (Universidad Militar de Pavlov), donde termina su formación como oficial. Posteriormente, realiza el curso de oficial de estado mayor en la Escuela de Caballería Imperial.
Debido a la sistemática destrucción de antecedentes llevada a cabo por parte del gobierno comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, hay demasiadas facetas de su vida que se ignoran. Sin embargo, se tiene noticias de la existencia de al menos uno de sus hijos: Simón Nicolás, nacido en 1898 mientras su padre estaba destinado en la ciudad de Joper, en la región del Don. Asimismo, de su sobrino, Nicolás Nikolayevich, nacido en Moscú el año 1918. Ambos siguieron también la tradición militar de sus ancestros.
El Oficial Pedro Nicolás sirvió gran parte de su vida militar en la Guardia Personal del Zar, llegando a ser Atamán de dicha unidad. Entre las destinaciones que le correspondió cumplir en los grados subalternos de su carrera, destacan las de corresponsal del Zar en la Guerra Ruso- Japonesa en el año 1905 y su designación como Comandante de Inteligencia del Regimiento de la Guardia Imperial. En sus grados superiores, se le asignó secuencialmente el mando de una serie de unidades. Entre estos puestos de mando, son especialmente significativos el de Comandante del Regimiento de la Guardia Imperial ; Comandante del Regimiento de Cosacos de Siberia; Comandante del 10º Regimiento de Cosacos; Comandante de Brigada en la 1ª División del Don y en la División Tuzemnaya ; Comandante de la 2ª División del Ejército Imperial, compuesta mayoritariamente por cosacos; y Comandante de la 1ª División de Cosacos del Don.
Su descendiente Simón Nicolás sirvió también en el Regimiento de la Guardia Imperial hasta los años de la Revolución Bolchevique.
En el Combate de Pulkovo, el año 1917, el General Pedro Nicolás es tomado prisionero por las tropas comunistas, logrando posteriormente escapar hacia la región del Don, lugar donde se establece. El año 1918 es nombrado Atamán del Ejército Cosaco del Don, participando activamente en la organización del denominado Ejército Ruso Blanco, el cual enfrenta decididamente a las fuerzas soviéticas. Al año siguiente, a los 50 años de edad, se acoge voluntariamente a retiro, tras una serie de desacuerdos con su alto mando acerca de la posición que debían tomar los cosacos frente a la Primera Guerra Mundial.
Padre y descendiente continúan, no obstante, combatiendo junto a otros oficiales cosacos en la ofensiva anti-comunista, con el apoyo de las fuerzas de la Entente. El Atamán Pedro Nicolás, junto al General Yudenich, comandó tropas en el frente Nororiental ruso durante los años 1919 y 1920. Su hijo, el Coronel Simón Nicolás es nombrado Comandante de Regimiento y, bajo el mando del General Wrangel, participa en la evacuación de las tropas ruso blancas desde la región de Crimea.
Posteriormente, en el tiempo que media entre ambas guerras mundiales, viven alternativamente en Alemania, Francia y Yugoslavia, hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Durante tal guerra, los Krasnov participan activamente en la conformación de un Ejército Cosaco antisoviético, denominado Ejército de Liberación Nacional Ruso (Ruskaya Osbobidelnia Armia, R.O.A.). Para ello contaron, en un inicio y sólo transitoriamente, con el apoyo de la Fuerzas Aliadas Occidentales, exceptuando obviamente a la URSS. Los Aliados, en los preámbulos de la guerra y en medio de los acuerdos políticos tendientes a derrotar a la Alemania Nazi , fueron incapaces de entender a cabalidad la problemática de los cosacos. Occidente no comprendía aún que la amenaza real a la libertad de los pueblos, no era sólo el Tercer Reich, sino, como lo demostraría la historia, la propia Unión Soviética y su filosofía marxista.
En Marzo de 1944, el Atamán Pedro Nicolás es nombrado Comandante General de los Ejércitos Cosacos. Su descendiente Simón Nicolás colabora primero en el Comité de Asuntos de Emigrantes Rusos en París y luego es designado Comandante del Ejército Cosaco en el Ministerio Oriental de Alemania, siendo ascendido a Mayor General como reconocimiento a la labor de mando realizada en tal unidad. En tanto, Nicolás Nikolayevich, quien en un principio lucha en el Ejército Yugoslavo contra los alemanes, tras caer prisionero, se integra al Ejército Ruso Blanco comandado por su tío y donde su primo ocupaba también un alto cargo.
Padre de Miguel Krassnoff - Simon Krasnov (centro)
con los oficiales del campamento de cosacos. Italia, 1944.
SIMÓN KRASNOV Y DHYNA MARTCHENKO
El año 1943, el General Simón Nicolás se casa con Dhyna Martchenko, perteneciente a los cosacos del Kuban, en el exilio y cuyo padre también servía como oficial en el Ejército Cosaco. Ella, trece años menor que él, acababa de finalizar sus estudios en la Universidad de la Sorborne , en París. La celebración se llevó a cabo en la Catedral Ortodoxa de París, ubicada en las cercanías de Place de la Nation.
El fin de la guerra sorprende a los Krasnov combatiendo en el frente de Italia, contra las fuerzas irregulares de Tito, en la frontera con Yugoslavia. Tras pactarse el armisticio, son tomados prisioneros por el Ejército Británico en Austria. Luego de la Conferencia de Yalta de 1945, también conocida como “La Traición de Yalta” son entregados en Linz a las autoridades soviéticas. Se calcula que, junto con ellos y el alto mando del Ejército Ruso Blanco, fueron repatriados por la fuerza cerca de 150.000 cosacos y sus familias.
Una vez conocidos los términos en que se había pactado su entrega en tal conferencia, de donde viene su apelativo de “Traición de Yalta”, cerca de 20.000 cosacos, hombres, mujeres y niños, se suicidaron en el río Drava. Anticipándose a lo que los esperaba en manos de los soviéticos, prefirieron adoptar esta dramática actitud. Los cosacos que fueron entregados por los británicos a las autoridades del Soviet, en su gran mayoría, fueron fusilados de inmediato tras encontrarse en territorio ruso. Otros, tal como el Alto Comando del Ejército Cosaco, encabezado por el Teniente General Pedro Nicolás Krasnov, sus descendientes directos,sus más cercanos asesores y los comandantes de unidades de mayor relevancia, fueron mantenidos en prisión, para ser posteriormente asesinados. Los pocos que lograron sobrevivir, fueron condenados por más de veinte años a trabajos forzados en Siberia. Allí, se los hizo trabajar como esclavos en las minas de sal.
Esta es la génesis del holocausto del pueblo y estirpe cosaca.
Tras dos años de prisión en Luvianca, en Moscú, el Atamán Pedro Nicolás y su descendiente Simón Nicolás, junto con el resto de los integrantes del Alto Comando del Ejército Cosaco, son ahorcados en la Plaza Roja , en Enero de 1947. Sus restos mortales fueron hechos desaparecer, hasta la fecha, por disposición expresa de las autoridades soviéticas de la época (Stalin), a fin de evitar posibles homenajes clandestinos o peregrinaciones a sus tumbas.
Los Krasnov no sólo se destacaron como militares, ocupando las más altas jerarquías dentro del Ejército Ruso Imperial primero y del Ejército Cosaco o Ruso Blanco después. También, por una importante obra intelectual y literaria. Entre las obras escritas por Don Pedro Nicolás, está una, en cinco tomos, de gran difusión en la Europa de la entre guerra, intitulada “Del Águila Imperial a la Bandera Roja ”.
Durante la prisión del Mayor General Simón Nicolás Krasnov, nace el 15 de Febrero de 1946, en el Tirol, Austria, su único hijo, el Cosaco don Mikhail Semyonovich Krasnov Martchenko. El niño fue bautizado en la Iglesia de San Miguel, como atestiguan los registros de que allí se encuentran. Por sus venas corre, por lo Krasnov, la sangre de los Cosacos del Don, y por lo Martchenko, lo propio de los Cosacos del Kuban. Es decir, se unen en él las más distinguidas familias de cada una de las dos principales unidades geográficas del pueblo Cosaco.
VIDA DE
MIGUEL KRASSNOFF MARTCHENKO
Tras la prisión en Moscú de su esposo, de su tio, de su padre y prácticamente de todo el alto mando del Ejército Cosaco Ruso Blanco, Dhyna Martchenko, con varios meses de embarazo, permaneció junto a su madre en su residencia del Tirol, en Austria. Sin embargo, la situación no era sostenible por mucho tiempo, principalmente, a causa de la constante amenaza que constituía el nuevo y acrecentado poder adquirido por los comunistas soviéticos tras la Segunda Guerra Mundial. Luego del nacimiento de su hijo Mikhail Semyonovich y tras enterarse por la prensa del asesinato de su marido y del Ataman en Moscú, decide abandonar definitivamente Europa y refugiarse en algún lejano país, para reiniciar así su vida y asegurar a su pequeño hijo un porvenir.
El entonces Embajador de Chile en Italia y concurrente en Austria había hecho muy buena amistad con la familia Krasnov, principalmente tras haberse conocido en círculos intelectuales y literarios. Por lo mismo, tras la entrega a los soviéticos del alto mando del Ejército Cosaco Ruso Blanco, como consecuencia de la Conferencia de Yalta, ofreció de inmediato el asilo diplomático a la familia de sus amigos. Propuso primero a la señora Martchenko trasladarse a Italia, lo cual no fue aceptado en la esperanza de una pronta liberación de su marido y a causa de su avanzado estado de embarazo. Ante esta negativa, el embajador declaró a la casa de la familia Krasnov bajo el protectorado del Gobierno Chileno. Posteriormente, una vez que la señora Martchenko hubo tomado la decisión de abandonar Austria, le facilitó el viaje a Chile junto a otros refugiados.
Con su madre y su hijo de poco más de un año, Dhyna Martchenko arriba a Valparaíso el 19 de Agosto de 1948, en el buque “Mercy”. Se radicará pronto en Santiago, donde gracias a su alto nivel de educación y a su condición de políglota, logrará encontrar trabajo en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Para ella, la llegada a Chile significaba el inició de una nueva vida y el fin de las comodidades y lujos propios de la alta clase cosaca de principios de siglo. Pero, por sobre todo, significaba el olvido, aunque nunca total, de la amarga suerte corrida por su padre, por su marido, por sus tios y por gran parte de sus relaciones familiares, en manos de los comunistas soviéticos. Intentaría así, borrar de su vida todo su pasado, principalmente, para ahorrar a su hijo esa terrible experiencia. Por otra parte, asume pronto sus obligaciones en el Ministerio de Relaciones Exteriores, que a un tiempo que la mantienen alejada de su hogar durante la jornada laboral, le permiten al menos insertarse en un mundo de nuevas preocupaciones y quehaceres, dejando atrás, tanto como es posible, el recuerdo dramático de su pasado en Europa.
Por lo mismo, el joven Mikhail Semyonovich, con su nombre ahora latinizado como Miguel Krassnoff Martchenko, conservará de su pasado, sólo los antiguos cuentos y epopeyas de cosacos narrados por su abuela. Esta forma de tradición familiar oral no era, sin embargo, algo extraño al pueblo cosaco.
En Rusia siempre ha tenido gran fuerza el matriarcado, como forma de organización social. Por ello, son las mujeres de edad las encargadas de mantener la tradición, contar las historias e incentivar en los jóvenes el espíritu y motivación tan particular de ese pueblo. Su abuela se encargó de transmitirle lo que significaba ser un cosaco. Que sus hijos, y los hijos de sus hijos, también serían cosacos. Las mujeres perdían su condición, de cosacas si contraían matrimonio con personas no pertenecientes a tan especial estirpe. La norma de la tradición cosaca es al respecto muy rigurosa.