Carta de una ciudadana rusa residente en Chile


¡El odio sin fin ni fronteras!






Iquique, 18 de Julio de 2011

En el transcurso de ya varios años, yo con gran preocupación sigo viendo la intensificación de las represiones políticas en relación a los militares en Chile. 
Las promesas del Presidente, dadas en su campaña electoral a las familias de los militares, acerca de sus deseos de establecer la justicia e igualdad ante la ley, pasan al área de esperanzas que no se hicieron realidad.


El odio de los marxistas hacia el ejército es patológico, y en su estabilidad incluso clásico.  Nunca podrán concordar el patriotismo, la disposición a defender su país, el honor, el valor, la organización y el orden con la anarquía, la indiferencia hacia su propia nación, la irresponsabilidad, y el odio fanático hacia todos que piensan diferente.  Patriotismo y cosmopolitismo son conceptos incompatibles.

El ejército nunca fue querido por la izquierda y siempre ha sido perseguido.  Por su antagonismo, él siempre fue sospechado en las conspiraciones, y consecutivamente - considerado como peligroso.  Para ellos, el ejército es bueno cuando hay guerra, y en el tiempo de paz - es el objeto de antipatía y sospechas permanentes.

Mencionaré el ejemplo de la estadística histórica: el llamado “Caso militares”, que tuvo lugar en la Unión Soviética de los años 30-40. Hay que tomar en cuenta que en aquel tiempo el Ejército Rojo ya era mayoritariamente proletario en su composición, bastante revolucionario en su mentalidad y leal al régimen soviético.  El  “Caso militares” - un proceso judicial sobre los comandantes del Ejercito Rojo, sospechados en conspiraciones y traición, tuvo sus consecuencias trágicas y de muy largo alcance.  Represiones masivas en el ejército en víspera de la Segunda Guerra Mundial han hecho un tremendo daño a las Fuerzas Armadas y a la capacidad defensiva del estado.  Desde el año 1937 hasta el 1938 fueron despedidos del ejército 36.761 oficiales, 3.000 oficiales fueron despedidos de la armada.  En ese tiempo la prensa comunicaba “que en varios meses fueron limpiados (!) del ejército más de 40.000 militares”.  Incluso en el transcurso de unos meses, en las tropas terrestres fueron arrestados 27 comandantes de cuerpos, 96 comandantes de divisiones y 184 comandantes de regimientos.  Fue arrestada la mayor parte que componía al Consejo Militar.  De los 86 representantes de la élite militar superior fueron reprimidos y fusilados 68 personas.  En la totalidad, en los años de preguerra fueron exterminados cerca de 600 representantes del mando superior.  Durante un año y medio fue fusilada una cantidad de generales, mayor al doble de la que murió en los combates de Segunda Guerra Mundial.  Todo esto generó una rotación permanente del personal en el mando.  Para el año 1941, solo en las tropas terrestres había un déficit de 66.900 comandantes en los cuarteles, y el personal de la Fuerza Aérea estaba incompleto en 32,3%.  La historia desconoce ejemplos, cuando en vísperas de una gran guerra, con tanta odiosidad y a tan grande escala se exterminara la mejor parte de su propio ejército.  Incluso según las medidas contemporáneas el imaginar todo esto genera terror.  ¿De qué derecho humano se podría hablar?

¿Y qué es lo que ahora está pasando en Chile?  Eso mismo, pero con la diferencia de que están arrestando a los uniformados enfermos que tienen mayor edad y no hay fusilamientos.  Todo está planeado de tal manera que estos militares (los más jóvenes de ellos tienen más de 60 años), prácticamente están privados de la esperanza de vivir hasta su libertad.  Hablando con más precisión - esto es un bien planeado no solo político, sino también un homicidio físico.

Algunos piensan, que todas estas represiones tocan solo a los militares que tuvieron relación con los acontecimientos del 11 de septiembre del 1973.  Este es un punto de vista muy erróneo.  El odio a los uniformados continúa engendrándose y formándose de manera exacerbada durante los últimos 20 años, especialmente en la gente joven.  En confirmación de esto hablan múltiples hechos, en particular, el ataque con piedras a los cadetes marinos durante el desfile militar el 21 de mayo en Valparaíso. Esto fue un asqueroso acto de odio, con deseo de ofender y humillar a los jóvenes uniformados.  ¿¡Y el actual trato a los carabineros y gendarmes?!

“¡Ni perdón, ni olvido!” - escriben y dicen ahora los extremistas de izquierda, apropiando estas palabras de la historia rusa.  Esta expresión no se originó en Chile.  Ya en el año 1942, el conocido pintor ruso D. Shmarinov hizo una serie de obras gráficas, que representaban las graves pérdidas en la población civil durante la Gran Guerra Patria.  Esta serie fue llamada “¡No olvidaremos - no perdonaremos!”.  La izquierda simplemente está usando este título para sus fines vengativos.

D. Shmarinov. Cuadro de la serie “¡No olvidaremos – no perdonaremos!”

Los chilenos de generaciones mayores saben y recuerdan lo que estaba pasando en Chile al inicio de los años 1970.  El fenómeno de la aparición del general A. Pinochet fue una normalidad histórica, una reacción a la violencia, al saqueo descontrolado del país, a la ruina de la economía.  A una sociedad que se desestabilizó, se desintegró y se deslizó hacia una guerra civil era necesario salvar.

Y ahora, sobre el fono de una activa y continua venganza hacia los militares surge un deseo de preguntar: ¿Acaso la historia no les ha enseñado nada a Ustedes?

¿Cuándo, la cansada y desgarrada por la discordia y el aprovechamiento político, sociedad chilena, presionada por la ideología marxista y el oportunismo, por fin obtendrá la tan ansiada  paz?

Quisiera que el Actual Presidente de Chile ponga fin a esta prolongación artificial del odio hacia el ejército. De una vez por todas hay que cerrar este tema de discordia.

¡El odio sin fin ni fronteras! ¿Cuándo se va a terminar con esto?  Como se dice: “todo tiene su comienzo – todo debe tener su fin”.


Tatiana Spiridónova.
Representante legal en Chile del Departamento Regional
“El Ejército Cosaco de la ciudad de Astracán” perteneciente a la Organización “Unión Cosaca” de la Federación Rusa.